BUENO MALO VIVIR CAMPO

Lo bueno y lo malo de vivir en el campo

Vivir en el campo o vivir del campo. Cual es la diferencia.

¿Vivir en el campo ha de ser vivir de lo que cultivas, vivir de tu terreno, de lo que ofrece la naturaleza, de tu trabajo duro y físico con la tierra?

¿Se puede vivir en el campo de otra manera, sin cultivar el campo?

¿Hay otras opciones?

¿Es eso también vivir en el campo?

Si estás pensando en irte a vivir al campo, este episodio te interesa.

Quédate un rato conmigo y te cuento.

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Transcripción del podcast

Pues como te decía, hay mucha idealización, muchos pensamientos idílicos de lo que es vivir en el campo.
Y sí, y obviamente vivir en el campo tiene muchísimas, infinitas cosas buenas, lo sé porque lo vivo cada día, pero también tiene muchos impedimentos.

Como los tiene la ciudad.

Vivir en la ciudad tiene muchas cosas buenas, pero también tiene muchísimas cosas malas.
Entonces partimos de que cada persona tiene que analizar de una manera realista cuáles son sus intereses, cuáles son sus necesidades, para ver realmente si un cambio de la ciudad al campo le sería interesante o del campo a la ciudad igualmente le sería interesante.

En este podcast quiero analizar ciertas cosas generales de lo que es la vida cotidiana en el campo, comparándolo con la ciudad, para dar un poco de de luz realista a cómo es esa vida en el campo.

Mira, siempre que se habla de vivir en el campo, se dice que es una vida más tranquila, donde reina, el silencio, la tranquilidad, los paisajes, ese contacto con la naturaleza, esa densidad de población mucho más baja, esos contactos humanos más estrechos, ese acceso a los recursos, al agua, a la madera, a la tierra, a poder cultivar tu huerto, a tener animales.
Todo eso está bien, y todo eso es cierto, es real, pero también tiene su cara B, también tiene su cara mala.

¿A qué me refiero?

Pues, por ejemplo, tomando la premisa de la tranquilidad, del silencio, a mí me pasa que soy una gran amante de esa tranquilidad, de ese sosiego que da el tener un gran espacio vital, el que haya poca densidad de población, el poder salir al campo a observar la naturaleza o disfrutar de la naturaleza y que no haya gente, y que no haya personas alrededor, que no haya coches, que no haya gente gritando, que no encontrarme a nadie, disfrutar de la inmensidad de eso, de lo natural, del cielo, del paisaje, de la tierra.

Pero hay que aprender a vivir esa tranquilidad, esa soledad, esa solitud, ese estar en un lugar tú solo ÿ que no haya nadie más.
Hay gente que entonces se da cuenta de que tiene muchísimo miedo.
¿Y si me pasa algo?
¿Y si ahora me sale un animal salvaje?
¿Y si ahora me da algo?
¿Y quién me va a encontrar?
Todos esos miedos que los tenemos, no sé si innatos, inculcados, eso ya lo dejo a criterio de cada uno, pero eso existe.
Y hay gente que cuando está buscando esa tranquilidad, luego cuando la encuentra, le surgen esos miedos internos que están ahí y que aparecen en algún momento.
El miedo a los bichos salvajes, a los jabalíes, a cualquier animal que se te pueda cruzar, a las serpientes, a los insectos, a lo que sea.

Todo eso que en la ciudad no te lo encuentras, que en la ciudad no lo has vivido, luego tienes que acostumbrarte a vivir con todo eso y tiene su proceso de adaptación.

El tema de vivir en un lugar con poca población tiene su cara buena y su cara mala. Si no te gusta estar todo el día rodeado de muchísima gente, ir en aglomeración a los transportes públicos, al trabajo, a la compra, a lo que sea, en el campo realmente no te vas a encontrar esas aglomeraciones, pero siempre vas a ver las mismas caras.

Y existe realmente eso que hablan de el chafarderío de los pueblos, el saber quién eres, qué haces, dónde vives, a qué te dedicas, todo eso.

Hay un episodio de podcast donde hablo de todo esto, de las relaciones sociales en el mundo rural.
No lo voy a repetir aquí, te dejo el enlace aquí debajo porque es bastante interesante.
Pero eso ocurre y también hay que acostumbrarse. Vas a encontrarte siempre las mismas caras. Y en los pueblos no hay ese anonimato de la ciudad.

Tú puedes estar en un vagón de metro con 100 personas más y no saludar a nadie, ni cruzarte la mirada con nadie, ni hacerle puñetero caso a nadie.

En los pueblos eso no es así. En los pueblos hay como esa necesidad de hablarse, de comunicarse, porque es un tema territorial.
Eso es lo que explico en ese episodio de podcast.
Revísalo y verás.

Por eso también es algo que hay que aprender, ese tipo de relaciones humanas, de relaciones sociales. En el campo, el tema de los recursos ocurre lo mismo.

El acceso al agua, el acceso a madera para calentarse, el tener un huerto, el poder cultivar alimentos. Obviamente eso lo puedes hacer en el campo, en una ciudad es muchísimo más difícil, lo puedes hacer en el campo.
Pero el tema de hacer huerto también es algo que hay que conocerlo. Hay que saber el lugar donde estás, la climatología que tiene, lo que puedes plantar, lo que va a salir cuando hay que plantar y qué tipo de plantas pueden prosperar.

A mí me ha pasado intentar plantar cosas en el clima donde estoy. Estoy en el centro sur de Francia, en una zona, montañosa, un poco alta, y aquí hay cosas que no salen, que no prosperan.
Los pimientos, las berenjenas, todas esas cosas, esa verdura mediterránea aquí no sale, aquí salen las cosas enterradas, los nabos, todo lo que son tubérculos, los apios, todas estas cosas que pues yo por mi dieta no estoy acostumbrada. Pero cada lugar tiene su tierra, su dieta, su cosa, y entonces hay cosas que no prosperan.
Eso de tener huerto todo el año no es tan fácil, no es tan así, salvo que tengas un clima apropiado o que tengas un invernadero climatizado y todo esto, pero no siempre es posible.

Luego está el tema de los servicios. Hay mucha gente que dice es que en el campo, si vives en el campo, siempre tienes que desplazarte en coche, porque no hay transporte público, porque no hay servicios, porque cuando te tienes que ir a trabajar tienes que coger el coche.
Es cierto.
En el campo, en según qué lugares, normalmente en el mundo rural, el transporte público es difícil que haya un transporte público como el que te puedes encontrar en una gran ciudad, esos autobuses que pasan cada 5 min. O cuando hay metro, pues el metro o lo que sea, o el tranvía.

Eso no lo hay en el mundo rural. Y muchas veces dependes de desplazamientos en vehículos privados, es cierto. Y vas a tener que tener un vehículo bien condicionado según las condiciones meteorológicas, vas a tener que tenerlo bien mantenido, porque si no te puedes quedar tirado en cualquier momento y vas a tener que desplazarte muchas veces a la compra, a según qué servicios de salud, culturales, lo que sea, al trabajo también. Pero eso es parte de la vida rural.

Hay quien lo ve como un impedimento, puede ser, se puede ver como un impedimento, pero para mí, por ejemplo, pues prefiero desplazarme 20 km para irme a comprar y disfrutar del paisaje mientras voy conduciendo y no que no haya nadie por la carretera. Saber que 20 km lo hago en un cuarto de hora e ir disfrutando de esos bosques, de esos campos, de esos cielos, que estar media hora metida en el metro, o en un autobús llenito de gente, o en un tren. Entonces son prioridades de cada persona. O estar en un coche en medio de un atasco también. Pasarme 20 min parada en un sitio sin moverte por un atasco monumental como los que se forman en cualquier gran ciudad en hora punta, eso en el campo es difícil que lo encuentres.

El tema del trabajo, a ver, esto ya es una cosa que depende de cada uno, de sus circunstancias, de sus habilidades, del trabajo que se quiera dedicar, al que se dedique, lo que sea. Hay gente que se tiene que desplazar muy lejos, hay gente que trabaja localmente, o en el pueblo de al lado, o hay gente que trabaja desde casa. Eso ya depende de cada uno. Pero vaya, que también hay personas que viven en la ciudad y que se desplazan a lo mejor a 30 km a trabajar, comiéndose esos atascos de horas puntas o esos transportes públicos 1 h, 1 h y pico, desplazamiento al trabajo de ida, otra hora, hora y pico de vuelta.
Eso también existe en la ciudad.

Entonces, todo es valorar qué es lo que quieres, cuáles son tus intereses, cómo quieres vivir.

En el fondo es todo un estilo de vida.

Vivir en el campo es realmente una opción de vida.

No es ni lo mejor ni lo peor, es una opción.

Yo no te voy a decir que vivir en el campo es mucho mejor que vivir en la ciudad. Para mí sí, para mí lo es, pero a lo mejor para ti no.

Entonces quítate esas ideas idílicas, esas ideas románticas del campo.
No.
Hay que mirar de una manera realista.
Hay que ser realista.
Si tú quieres hacer un cambio de vida, tienes que analizar por qué.
Primero, por qué lo quieres hacer, qué quieres conseguir y ver si en el campo vas a conseguir esa vida que buscas, pero ver también los contras que te vas a encontrar.

No estoy desalentando a nadie, ni mucho menos, pero estoy hablando de una realidad que es así.

Tú no vas a poder vivir en el medio del paraíso, en un paisaje fantástico y maravilloso y llamar por teléfono y que te traigan una pizza, porque eso no funciona, porque eso no va así.
Porque los servicios que hay en el mundo rural van acorde a la población que hay.
No se puede pedir más.
No puedes pedir un súper mega centro comercial en una localidad de 2000 habitantes porque eso no es rentable.

Así es que, como digo, vivir en el campo es una opción que hay que estudiar mucho, muchísimo, con sus pros y sus contras, ponerlo todo en una balanza y ver hacia dónde se decanta, si realmente te compensa o no te compensa.

Y a partir de ahí trazar un plan.

Bueno, pues espero que este episodio te haya resultado interesante, que te haya hecho reflexionar sobre toda esta idea que a veces tenemos idílica de lo que es la vida en el campo.

Sí, se vive muy bien en el campo, pero es una manera de vivir, con sus cosas buenas y con sus cosas malas.
Como siempre digo, no todo es de color de rosa.





Te invito a que reflexiones sobre todo esto que te he contado.

PODCAST MENCIONADO:
https://delaciudadalcampo.com/como-es-la-gente-de-campo/


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