Hay quien va al campo en vacaciones a llenarse de energía para luego volver a su pequeño infierno urbano.
Y hay quien va de vacaciones al campo y se queda.
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Transcripción del podcast
Desde que vivo en el campo hay algo que se repite año tras año.
Y no hace poco que vivo en el campo.
Estamos en verano del 2025, pues hace 24 años que dejé la ciudad de Barcelona.
Viví durante 17 años en un pequeñito pueblo de Lleida en Cataluña, en el noreste de España y desde hace siete que vivo en otro pueblito en Francia.
Y en ambos pueblos y en muchísimos pueblos rurales de España, de Francia y me consta de muchísimos más lugares, hay muchísimas casas que solo son de vacaciones.
Son esas casas familiares, son esas residencias secundarias donde acuden esas familias o esos jubilados a pasar unos días de vacaciones en el campo.
El otro día justo me encontré una vecina, a una vecina de estas de vacaciones que yo llamo, porque son esta gente que solo viene en verano o poquitos días, sobre todo en verano, un par o tres de semanas, a veces Semana Santa, en fin, a lo mucho 3 meses al año.
Y esta es una señora que vino con su marido, están jubilados, viven al norte de Francia, pero aquí tienen su casa, su casa familiar.
Y me dijo una frase que me hizo mucha gracia, porque me estuvo contando todo su año. Esto es muy típico.
Te encuentras a la gente que desde el año anterior no has visto y entonces te pones al día.
Sobre todo yo dejo que que cuenten, me gusta escuchar y me cuenta pues todo ese mal año…
Desgraciadamente estamos en una época en la que mucha gente tiene malos años, ¿no? Que tiene malas épocas.
Bueno, por una cosa u otra…
Que cada uno saque sus conclusiones.
Pero bueno, esta vecina me contaba su sus penas, sus cosas y me dijo algo muy gracioso. A mí me pareció interesante.
Me dijo “on vient se ressourcer”.
Claro, me lo dijo en francés. Vivo en Francia, aquí tienen ese vicio de hablar en francés.
Pues eso quiere decir “volver a la fuente«.
Es una expresión que me hizo gracia porque podría haber dicho, «venimos a relajarnos», o “venirnos a tranquilizarnos», pero no.
Utilizó específicamente esa palabra. Venimos a la fuente al manantial.
Se ressourcer viene de source, de fuente, de manantial, de raíz, de lugar, de origen.
Y además, fue curioso su expresión, su forma al decirlo:
Realmente venimos aquí porque aquí nos encontramos…
Y de verdad creo que es cierto, creo que me hizo gracia porque es algo que he visto año tras año desde que vivo en el campo.
De hecho, cuando empecé a vivir en el campo, yo vivía en una casa de alquiler y los propietarios de la casa cuando se iban, cuando volvían a la ciudad, al final del verano me decían, qué suerte tienes que tú te quedas.
Y yo me quedaba un poco loca porque pensaba, «si tienen una casa aquí enorme, gigante, otra casa que es la que me estám alquilando a mí, pero vuelven a la ciudad y les molesta volver a la ciudad.
Si alguien te dice, «¿Qué suerte tienes de estar aquí y yo me tengo que ir?» Es porque realmente, no sé, yo lo entiendo, que desearían quedarse en ese lugar.
Pero bueno, es algo que siempre me ha chocado.
De eso me di cuenta ya el primer año que estuve en el campo.
De hecho, yo llegué a ese al campo, a ese pueblo, un 30 de junio de 2001, plena época de vacaciones, empezaba ya el mes de julio (julio, agosto, son las épocas de de vacaciones a tope, sobre todo en España, en Francia, en Europa en general)
Y claro, yo me encontré, aparte de esos primeros días de choque porque dices, «Wow, he cargado todo lo que tenía, que no era mucho en una furgoneta. Me he venido aquí a una casa que, bueno, no era una maravilla, pero era la que habíamos decidido que íbamos a estar.
Y al principio fue estresante.
La primera semana fue muy estresante.
Pero bueno, empezaron a pasar los días y el verano es una época llena de ambiente, de mucha gente, pero en el campo tiene esos lugares en los que tú te puedes perder si quieres, cobijar, llámalo como quieras, desaparecer y donde solo hay paisaje y naturaleza.
Puedes volver al bullicio si quieres del pueblo, porque hay pueblos que ganan población que la doblan o la triplican. No estoy hablando de pueblos muy muy turísticos, hablo de pueblos pequeñitos, pero es igual cualquier pueblo rural en verano siempre gana población.
Pero ya vi esos momentos de poder desconectar y realmente encontrarte con ese entorno natural.
Y cuando llegó septiembre cuando empezaron a irse ya todos los turistas, toda la gente que solo había venido para para las vacaciones de verano, entonces encontré realmente el paraíso, encontré ese entorno, esa tranquilidad en el pueblo, esos días de verano todavía, ese clima agradable, esa sensación de esos días todavía largos, aunque se van acortando, pero no sé, es una sensación increíble.
Encontré realmente un un pequeño paraíso.
Luego llegó el invierno y descubrir también el infierno rural, porque hasta que no pasa un tiempo no te das cuenta…
Todo eso del yin y el yan tiene su certeza.
La vida es un puñetero camino de obstáculos y realmente hay que adaptarse.
Te tienes que adaptar a lo que hay en cada momento.
Intentar disfrutarlo y si no es placentero, intentar aprender de cada cosa y sobre todo no acomodarte.
Ese es el gran aprendizaje que descubres cuando sales de la comodidad.
Porque sí, la vida urbana hasta cierto punto es “cómoda».
Pero si a ti no te acaba de convencer esa vida urbana, tienes dos opciones.
O bien, continuar como estás, dejarte llevar por esa corriente, por esa rutina, por esa comodidad, seguridad artificial hasta cierto punto, ese escenario todo montado, ese castillo de arena y quedarte ahí y no cambiar nada, disfrutar de tus poquitos días de vacaciones para volver a la fuente y luego volver allí a esa “comodidad, seguridad,”.
O bien puedes plantarte, enfrentarte a la incomodidad, adaptarte a ella, acostumbrarte a lo antifrágil y buscar la manera de vivir en tu pequeño paraíso todo el año.
Obviamente esto no es algo para todo el mundo y obviamente no se pasa bien cuando se rompen barreras, cuando te sales de la corriente, cuando te sales de tu zona de confort.
No se pasa bien y no es para todo el mundo.
De hecho, estoy harta de ver un montón de turistas, de esta gente que viene de vacaciones al campo y que los primeros días todo les parece maravilloso, la tranquilidad, el paisaje, qué bonito, qué bien se está aquí.
Pero al quinto día ya empiezas a escuchar peleas, empiezas a notar esa ansiedad, ese aburrimiento, ese “es que no hay nada que hacer aquí”, quejas, “que si no tengo wifi, que si no tengo buena cobertura, que si los gallos cantan muy temprano, que si el burro ese qué hace cantando a las 4 de la mañana, que si qué peste a estiércol, que si qué hacen los tractores pasando tan temprano…
Y es que lo que pasa además, es que el campo tiene su propia actividad en verano y no es tranquila, porque precisamente el verano no es una época de vacaciones en el campo, pero bueno, de eso hablaré otro día.
Lo que quiero decir con todo esto es que si tienes la suerte de pasar tus vacaciones en el campo, en un entorno rural, en la montaña, en la llanura, donde sea que estés, en un pequeño pueblo, en un sitio tranquilo, DISFRÚTALO.
Recárgate de la energía natural que proporciona eso, la naturaleza, el agua, los árboles, los prados, la montaña, el monte, todo lo que tiene que ver con lo natural, con eso que está ahí, que es abundante y que está ahí. y que nosotros no hacemos nada para que eso funcione, eso funciona solo.
Está ahí, es la naturaleza, es la fuente.
Disfrútalo, recárgate de eso.
Pero si no te va, si eso no te va para nada, pues no pasa nada porque cada uno tiene sus gustos y tiene que haber gente para todo.
Esto, de hecho, es una fuente de conflictos también porque hay muchas familias, parejas que a unos les va y a otros no.
Y ahí empiezan los problemas.
Pero te digo que si quieres vivir en un lugar así todo el año, si quieres irte a vivir al campo todo el año, te digo que es posible.
Yo lo hice y creo que no había más rata de ciudad y más pixapins que yo.
Y lo hice y muchos lo están haciendo.
Así es que tú también puedes.
Pero para eso hay que salirse de la corriente, de la rutina, de la comodidad y trazar un plan y a partir de ahí adelante.
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