Post confinamiento, cómo afrontarlo

Cualquier persona que ha sufrido un accidente, una pérdida, un fuerte golpe en su vida, un trauma, sabe que hay un antes y un después.

Cualquier pueblo, cualquier ciudad que ha sufrido una catástrofe, recuerda durante muchos años ese momento concreto, esos días de angustia, de incertidumbre compartida, y es consciente también de que hubo un antes y un después de aquel acontecimiento dramático.

La crisis sanitaria actual, la crisis del coronavirus, es una situación tan excepcional al menos para los que vivimos en la Europa occidental, es tan diferente a todo lo que hemos vivido en los últimos 50 años, que una vez que parece que ha pasado la gran ola, la gran catástrofe, la barbarie, empezamos, todavía con el miedo en el cuerpo, a pensar, cómo va a ser ésto una vez que podamos salir a la calle libremente, una vez estemos en el post-confinamiento. Cómo vamos a reconstruir y reconstruirnos cuando tengamos que ponernos a ello.

En este episodio aporto pautas y consejos para afrontar estos momentos de incertidumbre.

Te voy a explicar lo fundamental y un montón de buenos consejos que espero te puedan ayudar para tomar decisiones acertadas.

Si prefieres escucharme puedes hacerlo desde el reproductor que está justo debajo o suscribiéndote al De la ciudad al campo en Ivoox.

También puedes escucharme en SPOTIFY, en ITUNES y en GOOGLE PODCAST

Confinamiento, es una palabra que apenas habíamos usado ni siquiera oído nunca en este contexto en el que se da actualmente, y vemos que ha pasado a ser la palabra del momento.

Y todo lo que ha conllevado el confinamiento ha hecho reflexionar a muchas personas sobre su situación actual, sobre cómo está viviendo su vida, dónde y con quien la comparte.

Se supone que en unas pocas semanas todo volverá a la normalidad, pero esa normalidad, será como la que se da después de una catástrofe natural, un accidente grave, una gran pérdida.

Es una normalidad a medias. 

Es como cuando el río se ha desbordado, y una vez que ha vuelto a su cauce hay que hacer frente a los destrozos que ha ocasionado. 

Es como cuando pierdes a un ser querido y te dicen que venga, que hay que animarse, que la vida sigue y tu sabes que tu vida ya nunca va a ser igual que antes, porque ya no vas a poder disfrutar de la compañía de esa persona nunca más.

Cuando ocurren desgracias tienes dos opciones, dejarte llevar, hundirte en la pena y la miseria, o rehacerte, renacer, reinventarte, hacer frente a la situación, y aprender a asumir que lo perdido no volverá, pero que vas a poder vivir con esa pérdida.

Me han llegado mensajes de personas que durante estos días de confinamiento han estado pensando en su situación, en el lugar donde viven, en su futuro laboral, profesional o empresarial, en su calidad de vida.

Y algunas me han dicho que tras estos días de confinamiento, ven claro que es el momento de salir de su supuesta “zona de confort”, su supuesta vida segura en la ciudad, y quieren hacer un cambio de vida que implique un entorno más sano y saludable, un estilo de vida más consciente, menos consumista y superficial, unas relaciones personales y sociales más tranquilas, más pausadas, más humanas.

Otras personas no ven clara la posibilidad de cambio, pero saben que de alguna manera todo esto va a afectar a su futuro inmediato, que cuando finalice el estado de pausa para entrar en modo play de nuevo, habrá muchas cosas diferentes, las relaciones con las personas serán diferentes, con los amigos, con la familia, con los compañeros de trabajo, con los clientes, con los empleados.

Lo que está claro es que todo lo que dábamos por sentado, toda esa seguridad que nos producía nuestro entorno, nuestra rutina, nuestra red de contactos, ha sufrido un gran golpe.

El hecho de vivir en una sociedad avanzada, nos daba la certeza de que teníamos muchísimos derechos, sólo por el hecho de pertenecer a ella.

Muchas personas dicen que después de todo esto cambiaremos y tendremos en cuenta muchas cosas, y seremos más humanos, y cuidaremos más de nuestro entorno. Otros en cambio dicen que no cambiará nada, que cada uno va a la suya, que somos todos unos egoístas, y que nunca aprenderemos.

Y hablar de grupo es algo que nos gusta mucho, pero los hechos, se demuestran con acciones, y los cambios se producen cuando alguien está dispuesto a cambiar y se pone en marcha y lo hace, y otra persona también lo hace y otra le imita y otra y otra.

Quizás sea el momento de mirar cada uno hacia sí mismo y preguntarse

  • Qué estoy haciendo con mi vida
  • Cómo vivo
  • Cómo actúo
  • Cómo me relaciono
  • Cuáles son mis principios
  • Cuáles son mis creencias,mis valores
  • Soy crítico ante lo que veo, leo, escucho, lo razono, lo analizo?
  • Qué aporto al mundo, a mi gente, a mi familia, a mis amigos, a mis vecinos
  • Cómo me comporto con desconocidos, con mi entorno, con la naturaleza, 
  • con los animales
  • Cómo me gano la vida, hago algo bueno para los demás, para el entorno, para el planeta
  • Cómo gasto lo que gano, acumulo, comparto, derrocho, ahorro, presto.
  • Cómo y qué consumo. Qué como, qué bebo, qué visto, qué uso, cómo me desplazo, qué compro.
  • Soy capaz de ver y de agradecer lo que tengo.

Creo que es necesario formularse todas estas preguntas, y muchas más que seguramente se podrían añadir a la lista, no una vez en la vida, no solamente ahora, sino muchas veces, cuantas más mejor, a lo largo de nuestra vida, de nuestro día a día. 

Y no para autoculparnos, autoexigirnos o para sentirnos mejores que otros, sino simplemente para conocernos realmente.

Porque somos lo que hacemos y cómo lo hacemos, no lo que aparentamos, ni lo que decimos que vamos a hacer o que haríamos.

Porque todo lo que das por seguro, por propio, por cierto, por controlado, todo

es efímero, temporal, hasta nuestra propia vida.

Y sólo mirando hacia adentro, hacia lo que eres, tus capacidades, tus habilidades, tus fortalezas, tus emociones, tu capacidad de afrontar, tu comportamiento, sólo siendo un ser humano de verdad, serás y vivirás libremente. En la ciudad o en el campo, en una isla, en el desierto, en lo alto de una montaña o en la ciudad más poblada del planeta.

Quizás digas, Rakel, te has pasado de filosófica hoy, se te ha ido la olla. Puede ser. 

Pero hace muchos días, muchos años que me hago esas preguntas que he compartido contigo, porque una vez la vida me enseñó que puedes perder lo más preciado de la noche a la mañana. Y esas preguntas son mi guía, la brújula que me indica si me he desviado del camino.

Y cuando oigo a gente o me escucho a mí misma preguntándome,

qué pasa si me quedo sin trabajo, si me arruino, si pierdo mi dinero, mi casa

qué va a pasar el día de mañana, cuándo podré volver a ver a mis padres…

Vuelvo a esas preguntas fundamentales y digo, bueno, estás donde has elegido estar, haciendo lo que has elegido hacer. 

Si hay algo que no te gusta, ya sabes, deja de quejarte y mueve el culo, ponte en marcha, y corrígelo, haz que el cambio sea posible.

Te invito a que pruebes, a que te sientes y reflexiones contigo mismo, a ver qué pasa.

Me encantaría saber qué te ha parecido esta reflexión y estos consejos, comenta si quieres aquí abajo y seguimos la conversación.

Estaré encantada de poder compartir experiencias. 

Te invito a suscribirte a mi canal, pues te voy a ir explicando como se hace todo eso de dar el paso, como es la vida en el campo, qué oportunidades profesionales podrás encontrar, como es la relación con las personas, como es vivir en un pueblo todo el año.

Y además te envío la

Guía De la ciudad al campo en 3 pasos

para que descubras cómo dar el paso, dejar la ciudad e irte al campo, de una manera sencilla y bien planificada.

¿Tienes dudas? ¿Quieres compartir tu experiencia? Pues estás en el lugar adecuado.
Me encantará leer tus vivencias, aventuras y preguntas en los comentarios, o contactarme directamente.

Deja una respuesta

Volver arriba