Cuando empiezas a vivir en el campo, día tras día, mes tras mes, conoces a nuevas personas y descubres una nueva cultura y una manera de relacionarse, diferente a la que se da en la ciudad.
Déjame que hoy te hable un poco, de todas esas novedades, de todas esas situaciones que vas a descubrir en el medio rural.
Si te quedas un rato conmigo te cuento.
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Estamos en la tercera parte de este tutorial, la fase de integración en tu nueva vida en el campo.
En el último episodio hablé sobre la adaptación al espacio, al lugar, sus características y las del entorno.
Hoy te voy a explicar cómo son las relaciones vecinales y de convivencia en los pueblos y en el campo, y porqué son diferentes respecto a las ciudades.
Una manera de relacionarse totalmente diferente en la ciudad y en el campo
He pasado 17 años viviendo en un pueblo muy pequeño, de apenas 100 habitantes, y llevo dos años viviendo en otro pueblo, un poco más grande, de unos 400 habitantes, en Francia, y he descubierto, que ciertos aspectos, que yo daba como propios de un lugar concreto, de una cultura, de un país, también se dan en otros lugares, es por ello que hablo de una cultura y una manera de relacionarse diferente a la ciudad, porque a partir de mi propia experiencia y comentándolo con otras personas, he sacado unas conclusiones, unos rasgos característicos de las relaciones sociales en el medio rural.
Si ya has pasado vacaciones o algunas temporadas en pequeños pueblos del medio rural, es posible que todo esto que voy a contar te sea familiar, aun así te pido que te quedes un rato y luego si quieres me dices en un comentario si estás de acuerdo con lo que explico.
Y tú quién eres?
Una de las primeras cosas que percibes cuando vives en el campo, o en un pequeño pueblo, es que la gente te saluda por la calle. Y cuando ya te han visto varias veces en el lugar, van a intentar entablar una conversación contigo. Tú no lo sabes, pero todo el mundo en el pueblo sabe donde vives e intentan averiguar más cosas sobre ti.
Frases como, “Y tu de quien eres?” que se hizo muy popular hace ya unos cuantos años en una canción, o “Tú de qué casa eres?”, las escucharás en pequeños pueblos, porque en el medio rural, más que por nombres y apellidos, la gente se conoce por nombres o apodos de familias o nombres de las casas.
Esto choca mucho con la mentalidad de la ciudad, ya que allí muchas veces no conoces ni a tus propios vecinos del edificio donde vives, y por eso al principio hasta te mosquea, y te molesta que te intenten interrogar, a veces descaradamente.
Cómo te digo, después de observar ese comportamiento durante años, de sufrirlo en primera persona y de verlo hacia otras personas, he intentado sacar una conclusión positiva sobre ello.
Puedes pensar que es puro chafarderio, y a veces lo es, la vida cotidiana es a veces tan plana, que cuando aparece un nuevo personaje, o hay algún acontecimiento que rompe la rutina, todo el mundo habla sobre ello.
Pero más allá de chafarderio y chismorreo, pienso que se trata de un mecanismo de protección.
Un pueblo pequeño, es una comunidad donde todo el mundo se conoce, y entre ellos han establecido unos lazos de confianza, de amistad o enemistad, un conocimiento unos de otros que les permite saber de qué pie cojea cada uno, pero que en conjunto forman una comunidad, con un interés común por el lugar donde viven y un apoyo mutuo entre ellos.
Apoyo y control
Si alguien tiene un problema, si alguien está enfermo o ha tenido una desgracia, si nieva y hay que limpiar calles, si un camino se ha cortado por lluvia, o por árboles caídos, enseguida la red vecinal se pone en marcha para intentar solucionar el problema o para dar apoyo.
Lo que en una ciudad sería apoyo estrictamente familiar o de amistad, o bien soporte de empresas u organismos públicos, en un pueblo es vecinal y comunal.
Es como una gran familia.
Pero ese conocimiento sobre los demás conlleva control. Todos quieren saber de todos y hablan sobre todos.
Saben cuando vienes o cuando vas, qué coche tienes, quién vienen a visitarte, si has llegado más tarde o antes de lo habitual, e infinidad de cosas más. Y lo peor, se crean rumores, juicios morales y toda una serie de situaciones, que si no estás preparado para pasar de todo, para hacer que te resbale lo que digan o dejen de decir de ti, te puede afectar.
Pero da igual, digan lo que digan y opinen lo que sea de ti, si un día tienes un problema, una emergencia, te van a responder, en la medida de lo posible claro.
Una de las cosas que más me sorprende de las relaciones sociales en el medio rural, es que aunque hayan vecinos peleados entre ellos o historias de enemistades familiares ancestrales, en caso de emergencia, de tener que arrimar el hombro, de solucionar problemas concretos, se apoyan y se ayudan, porque la comunidad está por encima de lo demás. Si, luego habrá intereses personales, discordias, y situaciones que crearán nuevos enfrentamientos, eso es propio de la naturaleza humana, pero la red de apoyo que se da en los pueblos, yo no la he visto en la ciudad.
Pongo un ejemplo.
Al año de vivir en ese pequeño pueblo de apenas 100 habitantes, una tarde de otoño que llovía mucho, una chiquita se perdió. Había salido por la tarde a dar un paseo y era de noche y no había vuelto. Enseguida los padres salieron y empezaron a preguntar a los lugareños si la habían visto. Antes de que llegase la policía, ya se habían formado pequeños grupos vecinales de búsqueda, y una hora después de que saltara la voz de alarma, se convocó una reunión de urgencia en la sala de plenos del ayuntamiento, a la que acudió todo el pueblo y se organizaron turnos y grupos para seguir buscando. La chiquilla apareció sana y salva unas horas después a unos cuantos kilómetros del pueblo.
Esa misma situación en la ciudad, creo que sería imposible. Ese sentimiento de comunidad, creo que no se da en la ciudad, se delega a los cuerpos de seguridad o al organismo pertinente, pero directamente que la comunidad se organice y actúe, no lo veo tan claro. Quizás me equivoque, pero por mi experiencia personal, mi conclusión es esa.
Esa característica de querer saber todo de todo el mundo, ese control y vigilancia que se ejerce dentro de la comunidad, es propio de un sentimiento de desconfianza hacia lo desconocido y muy característico del ser humano y del mundo animal.
Por eso muchas veces se dice que la gente de pueblo, la gente rural, es desconfiada y cerrada, pero creo que es simplemente por miedo a lo desconocido, a lo externo.
Y claro que hay situaciones que a veces te exasperan, que cuando te enteras que alguien va diciendo tal o tal cosa de ti o de otros, piensas, pero a ti qué te importa la vida de nadie. Pero eso ocurre en pueblos, en familias, en grupos de amigos, es propio de la condición humana, hay personas que necesitan saber de la vida de otros para complementar la suya.
Autóctonos y forasteros
También tengo que decirte que es muy diferente esta situación para alguien que llega a un pueblo donde nadie le conoce, que para alguien que tiene raíces en ese pueblo, familia, o nació allí, se fue a la ciudad y vuelve al cabo de los años.
Para la gente del pueblo, los que siempre viven allí y siempre han vivido allí son los autóctonos, son del pueblo, el resto son forasteros. Y los hijos de forasteros nacidos en el pueblo, son forasteros. Y aunque vengas de fuera y vivas 20 años en el pueblo, sigues siendo forastero. Y aunque hayas nacido en el pueblo, si te fuiste a la ciudad y luego volviste, eres un forastero.
Es como un sistema de distinción dentro de la escala social del lugar.
Para alguien sin raíces como yo, pues es un tema que me da un poco igual. Nací en un lugar y he tenido la oportunidad de ELEGIR, dónde y cómo quiero vivir. No soy un árbol, no debo quedarme plantada en un lugar toda la vida.
Pero para las personas que se sienten parte de un lugar aunque no hayan nacido allí, o que han nacido allí pero por su origen los tratan de forasteros, o que nacieron allí, se fueron y volvieron y por ello los tachan de forasteros, pues a veces es una fuente de conflictos, de malestar, de fastidio porque parece que nunca te acaban de aceptar.
De nuevo es algo que no solamente ocurre en el medio rural, también se da en las ciudades pero de otra manera. En los pueblos es mucho más personal, más cercano.
Y todo este tema del control, del chafarderío, de las habladurías, de los juicios, de la moralidad…Todo esto puede suponer un gran problema para aquellas personas que tienen un vínculo familiar o emocional con un pueblo. Porque por un hecho que tu hagas o alguien de tu familia, se juzga y se tacha a toda la familia por ello, y a veces, para algunas personas es duro de soportar. Conozco muchas personas que se han ido del medio rural, y que no volverán jamás. Unos días puntuales a visitar a la familia cercana y poco más. Cuando se han ido a vivir a otro lugar, lejos, quizás a la ciudad, y han descubierto la “gracia” del anonimato, de no ser juzgado y controlado constantemente, de poder vivir libremente y hacer lo que te dé la gana sin que te tachen, te reprochen, o le vayan con cuentos y comidillas a la familia, cuando descubren eso, no quieren volver más.Y es comprensible.
Y quizás estarás pensando, Rakel, eres una exagerada. Bueno, sí y no. Como te digo he vivido muchos años en un pueblo muy pequeño y he visto ese comportamiento, tanto en ese pueblo como en los alrededores. Conocí ese comportamiento a una edad temprana, cuando iba con la familia de vacaciones a un pueblo de Extremadura. Y de nuevo he encontrado ese comportamiento en la Francia rural.
Evidentemente todo depende del tamaño del pueblo, de la gente que lo habite, de la zona, de miles de factores, pero generalizando, este tipo de comportamiento es habitual en el medio rural. Es único del medio rural? No, es propio del comportamiento humano, pero de nuevo en la ciudad, o en pueblos grandes, se diluye, se da en zonas concretas, o entre segmentos concretos de la población.
Conclusión
Aun así, con todo lo negativo que puede resultar ese control social, esa moralidad aplastante y a veces hipócrita que encuentras muy palpable en el medio rural, esa importancia al qué dirán, a guardar las apariencias, aún con todo eso, me quedo con la vida en el campo.
Y dirás, pues no lo estás pintando muy bonito. Pero es que la perfección es algo muy difícil de encontrar, si es que existe. Para mi, lo importante es el equilibrio.
Y si logras pasar de las habladurías, de los comportamientos tóxicos, de esa gente que solo vive para ver la paja en el ojo ajeno y no en el propio, si logras aceptar que el conservadurismo, las ideas cerradas, el rechazo a lo desconocido, el territorialismo, es algo que se da en todos los pueblos humanos, y que a mi juicio, es un comportamiento animal desarrollado en la escasez, el miedo, el control y la autoridad.
Si aceptas todo eso, si aceptas y te centras en lo positivo de la comunidad, y la admiras por su solidaridad, por su acogimiento, por su generosidad, por su sabiduría sobre la vida en el campo, sobre el aprovechamiento y la adaptación al medio, si logras descubrir a esas personas y personajes, que aunque quizás no hayan viajado a más de 300 kilómetros a la redonda, y no tengan estudios, te dan unas lecciones de vida que te dejan con la boca abierta.
Si eres capaz de despojarte de prejuicios y egos, y estás dispuesto a aprender, a descubrir, a hablar de la vida con personas totalmente diferentes a ti, entonces descubrirás la maravilla de vivir en el campo.
En el próximo episodio te hablaré sobre más temas relacionados con las relaciones sociales y personales en el medio rural porque todavía hay mucho que contar.
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para que descubras cómo dar el paso, dejar la ciudad e irte al campo, de una manera sencilla y bien planificada.
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