Turistas en el campo

En verano muchas personas se desplazan a pasar las vacaciones al campo. 

Todo eso crea un impacto en el mundo rural, en parte positivo, en partes negativo, que merece la pena analizar.

Turistas y pobladores del campo, de eso te hablo hoy.

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Turistas en el campo

Hace muchos años fui turista del mundo rural.

Cuando era pequeña, algún verano pasaba las vacaciones con mis padres en “el pueblo”, ese pueblo de origen de muchas familias que por diferentes circunstancias viven en la ciudad pero tienen un origen en un pueblo rural.

Con el tiempo, desde hace ya más de dos décadas me convertí en pobladora o pueblerina, me fui a vivir a un pueblo. 

Y ahí me di cuenta, tanto entonces como con el paso de los años, de la gran diferencia que hay, entre ir de vacaciones, ir de turista a un pueblo, y lo que es vivir en un pueblo todo el año

Muchos pueblos de zonas rurales aumentan considerablemente su población cuando llegan épocas de vacaciones, esas épocas en que vienen, o bien los que tienen un origen en el pueblo, quizás incluso una casa familiar, o bien los que deciden pasar las vacaciones en el campo o la montaña y se acercan a zonas rurales.

Los pueblos se llenan de gente, de actividad, de fiesta, de jolgorio, de ruido y también cómo no, de ciertos conflictos.

Indudablemente el turismo es un gran motor económico de muchas poblaciones rurales. 

Es un extra que ayuda a muchas pequeñas empresas rurales. 

De hecho, muchas están totalmente enfocadas al turismo y es en estas épocas de vacaciones cuando hacen, como se suele decir “el agosto”, o sea, es cuando hacen su mayor facturación.

De hecho, quizás sin estas épocas concretas, no podrían mantener el negocio abierto todo el año. 

Estas empresas enfocadas al turismo, adaptan su oferta a las necesidades de los turistas.

Pero también hay muchos otros pobladores locales que no viven del turismo. 

Que tienen su trabajo en empresas de la zona, que son empresarios de actividades no turísticas o que se dedican a la agricultura o la ganadería.

Y mientras las personas a cargo de  estos negocios que tienen un beneficio extra con el turismo están encantadas de recibir visitantes, hay otras personas que no lo están tanto.

No quiero decir que no quieran que vengan turistas al pueblo. La gente de pueblo no es tan borde ni cerrada como muchas veces se la pinta. A mucha gente le gusta que haya más actividades, más gente diferente con la que hablar, intercambiar opiniones, en fin, romper durante unos días con la rutina del resto del año. 

Pero claro, surge el conflicto, cuando no hay entendimiento entre el que está “de vacaciones”, de fiesta, sin horario, con un cambio de hábitos totalmente merecido, después de estar todo el año trabajando en la ciudad. Y el que vive en el mundo rural, con sus propios hábitos y circunstancias y al que a veces le vienen imponiendo cambios en sus rutinas debido a la visita de los turistas.

Ahí la cosa empieza a ponerse tensa.

Pongo algún ejemplo

El verano es una época de mucha actividad agrícola y ganadera. 

Hay que segar los campos, echar abono, recoger frutas y hortalizas. El ganado está en el exterior, pastando en los campos. 

Los agricultores y ganaderos suelen realizar sus actividades en horas de menos calor, aprovechando las muchas horas de luz que tiene el verano, y claro, pasa, que tienes tractores pasando por el pueblo a las 6 de la mañana, con la “fresquita”, a la hora en la que los turistas están durmiendo con la ventana abierta, y a los que el ruido de los tractores molesta. Aunque estuvieran la noche anterior hasta las tantas de cháchara en la calle, y quizás molestasen a los que estaban ya durmiendo porque debían levantarse temprano. 

Una vez que los campos se han segado, se suelen arar y abonar. Y el abono, es estiércol, son excrementos de animales, y eso huele mal, obvio, y atrae a las moscas. Pues eso molesta mucho a algunos turistas que se quejan al ayuntamiento de porqué tienen que hacer esa actividad en “plenas vacaciones”.

También molestan los gallos cuando cantan al amanecer, las campanas si suenan de noche o muy temprano.

Los turistas también quieren pasear por los campos y a veces se meten en propiedades privadas (aunque no siempre están cercadas) o donde hay ganado pastando, y esto genera conflicto con los agricultores y ganaderos.

Luego están los conflictos entre los propios turistas.

Ayer mismo, presencié en la casa de al lado de la mía, que está alquilada para turistas, una pelea monumental.

Hace 4 días llegaron tres familias con niños.

El viernes por la tarde estaban tan felices haciendo una barbacoa en el jardín.

Y ayer por la mañana, los tres “hombres” de las familias estaban gritando y peleándose a puñetazo limpio, revolcones por el suelo y alguna botella de vidrio estrellada contra la pared.

En fin, que bonitas son las vacaciones entre amigos y familiares.

Cuando las expectativas de cada uno no coinciden o chocan, malamente.

No tiene porqué pasar esto siempre, ni llegar a las manos, ni mucho menos, pero ocurre más de lo que parece. Dicen que es la época en la que se dan más divorcios.

Y luego están las fiestas de pueblo

Esos momentos mágicos que ejemplificaba tan bien la canción “El canto del gallo” de Radio Futura.

Esos momentos de cotilleo máximo, de máxima exposición y exhibición, de los locales y los forasteros.

Esos momentos de convivialidad, de intercambio intergeneracional absoluto y donde también surgen por supuesto peleas por borracheras mal llevadas.

Las fiestas de pueblo son una muestra antropológica fascinante, te lo aseguro.

Y una vez acaba esa época vacacional, ese desborde de población, de recursos, de energía. Después el río vuelve a su cauce. 

Los turistas vuelven a sus lugares de origen y el pueblo se recupera de la resaca veraniega.

Y así hasta las próximas vacaciones.

El intercambio entre gente autóctona del mundo rural y forasteros, procedentes de ciudades o de otros lugares, es algo que considero necesario.

Toda comunidad necesita renovar sus aires, necesita conocer cosas diferentes, nuevas opiniones y tendencias, ideas y pensamientos foráneos y también compartir sus propias realidades.

Tanto el intercambio como el conflicto son necesarios para el crecimiento sano de toda comunidad humana. 

Es por eso que he querido dar esta imagen concreta de lo que son las épocas turísticas en el mundo rural, unas épocas que como todas, tienen sus cosas buenas y malas, sus ventajas e inconvenientes para pobladores y forasteros, pero que son absolutamente necesarias y maravillosas de disfrutar.

Solo un consejo, si me lo aceptas. 

Si eres turista en el mundo rural, intenta respetar las costumbres y hábitos locales. No todo el mundo está de vacaciones y no todo el mundo piensa como tú.

Si eres local, acepta que los turistas traen cosas buenas, que en general benefician al crecimiento y mantenimiento del lugar, y que son unos cuantos días al año.

Y si tienes intención de irte a vivir al campo y solo conoces la realidad de la época de vacaciones, piensa que la vida en el pueblo o en el campo, suele ser bastante diferente el resto del año. 

En el próximo episodio te hablaré de más temas interesantes  desde el mundo rural.

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